viernes, 18 de diciembre de 2009

Derecha: Breve definición

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Ideología política que engloba el conjunto de personas que profesan ideas conservadoras, tradicionales y antirrevolucionarias. El nacimiento de la derecha como la izquierda se remonta a Francia de 1789 cuando, convocados los Estados Generales, los representantes de la nobleza y del clero tomaron asiento a la derecha del trono y los representantes del pueblo, en su mayoría comerciantes y empresarios, a la izquierda.

Desde fines del siglo XIX, el término derecha, designa la corriente que surge de la contrarrevolución, originalmente opuesta a las conquistas revolucionarias.

Ya en el siglo XX se utiliza para designar al conjunto de partidos que hacen del tema del orden el eje de su política, y de la fidelidad al pasado, el principio de su acción. Uno de sus pilares es la oposición a las ideologías que disuelven las jerarquías tradicionales, que socavan los viejos y conocidos estilos de vida. Procuran promover la estabilidad y su visión de la sociedad a través del fortalecimiento de la familia, la moral, la religión, la autoridad, la propiedad, las lealtades étnicas y el nacionalismo. Dentro de este amplio contexto existen diferentes corrientes con ciertas particularidades: la derecha nacional exalta la idea de patria, pregona una política de grandeza y tiene la nostalgia del imperio nacional perdido; la derecha liberal es indefectiblemente partidaria de la libre empresa y de la limitación del poder, y las actividades del Estado; la derecha jacobina y colberista es favorable a la centralización y a la intervención del Estado en la economía.

Sin embargo, no se trata de una ideología fija, sino viva, móvil y sometida a constate evolución. Así en las últimas tres décadas del siglo XX apareció actualizada bajo la denominación de nueva derecha, que desde Francia se extendió al resto de Europa, y cuyos temas centrales son la contestación al igualitarismo y la defensa de una identidad de pueblo europeo ante la colonización cultural de los Estados Unidos.

Tello, Neiro y Kreimer, Carlos (2005) Diccionario de Movimientos del siglo XX. Buenos Aires: Longseller.

miércoles, 23 de septiembre de 2009

De analfabetos y nacisistas políticos

El artículo que presento a continuación, no es de mi autoría, pero me he visto en la necesidad de citarlo en virtud de su excepcional precisión, contingencia y mordacidad. Es un estimulante recomendable para la multitud de indiferentes y pusilánimes cuya omisión política no sólo resulta ingenua, sino cómplice de la degradación humana. (Enlace del blog original: http://versusmaquina.blogspot.com/2008/11/de-anafalbetos-y-nacisistas-polticos.html)

“El peor analfabeto es el analfabeto político. El que no ve, no habla, no participa de los aontecimientos políticos. El que no sabe que el costo de la vida, el precio del poroto, del pescado, la harina, del alquiler o de sus medicamentos, dependen de decisiones políticas. El analfabeto político es tan burro que se enorgullece e hincha el pecho diciendo que odia la política. No sabe, el imbécil, que de su ignorancia nace la prostituta, el menor abandonado, el asaltante y el peor de los bandidos que es el político corrupto y el lacayo de las empresas nacionales y multinacionales.”

Bertolt Brecht

Esta cita aparece en el programa de "La resistible ascensión de Arturo Uí" de Brecht que exhibe la Comedia Nacional. Ese analfabetismo propicia y es propiciado por los Ui, los Hitler, los Alvarez y otros pequeños narcisistas.

jueves, 9 de julio de 2009

El "Che" y "Cantinflas"

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Hilda cuenta: “Un día fuimos a ver, Arriba el telón, de Cantinflas. No recuerdo película que le haya hecho reir tanto (…) la escena de Cantinflas bailando en el minué cuando se encuentra improvisadamente en escena fue lo que más le hacía reir”. Verá la película más de una vez. Y seguro recordará al doctor Valenza, un sociólogo Peruano que conoció en su primer viaje por América, que le decía que la única manera de comprender el panamericanismo era ver a Cantinflas.
Después Ernesto Guevara, cuando quiere reírse de sí mismo, cundo no quiere tomarse en serio, cultivará el parecido con Cantinflas.
(Taibo II, 2005, pp. 108-109)
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Taibo II, P. (2005). Ernesto Guevara también conocido como el Che. Mexico, D.F.: Planeta Mexicana.

lunes, 2 de marzo de 2009

Tipos de producción capitalista

Taylorismo
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En los EE.UU., la forma de organizar la producción para aumentar su rendimiento fue una preocupación de Frederick W. Taylor (1856-1915). Sus técnicas científicas se aplicaron en las fábricas modernas de todo el mundo.
  • Cronometrar y medir los movimientos.
  • Estandarizar las tareas
  • Asignar tareas simples a cada operario
  • Evitar que se agoten los obreros mediante el descanso
  • Remunerar a cada obrero según su productividad
  • Evitar el trabajo en quipo
El taylorismo implicó un aumento de la productividad debido a la reducción del trabajo. La idea de su mentor era la de optimizar la capacidad exportadora de su país y así mejorar la calidad de vida de patrones y obreros. Durante la Gran Guerra su método comenzó a sufrir variaciones que tenían que ver con la introducción de la línea de montaje.
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Fordismo
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La producción de automotores revolucionó el capitalismo. Por un lado, ofreció la oportunidad de que fuertes inversiones pudieran realizarse, y por otro, introdujo las nuevas modalidades de producción.
El Fordismo debe su nombre a Henry Ford (1863-1947) quien no solo aplicó un nuevo método de fabricación, introduciendo la línea de montaje en serie y aumentando la mecanización, sino que generó nuevos incentivos al consumo, tales como la posibilidad de que los operarios de su planta de Ford T pudieran acceder a su compra por medio del crédito.
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Toyotismo
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Las grandes fábricas, aquellas que elaboran y ensamblan sus productos finales, estaban condenadas ante los cambios del capitalismo y la globalización crecientes. En Japón, los automotores comenzaron a fabricarse y venderse en un nuevo sistema descentralizado de producción que “personalizaba” el producto terminado. La producción descentralizada permite la fabricación de elementos con características a pedido del consumidor.
El posfordismo o toyotismo es un nuevo paradigma productivo que combina la diversidad que exige el nuevo consumidor, la automatización (robotización) e informatización de la línea fordista, junto con un trasvasamiento, dentro de la fábrica, de la mano de obra del sector productivo al de servicios (ventas, marketing, etc.).
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Garvie, A. (2006). Economía para Principiantes. Buenos Aires: Era naciente

sábado, 24 de enero de 2009

Sobre un concepto histórico de revolución I


El diccionario francés de la Academia de 1694: señala la révolution planetaria como el significado propio y primario.

Revolución indica, tanto un cambio de régimen o una guerra civil como también transformaciones a largo plazo, es decir, sucesos y estructuras que se introducen profundamente en nuestra vida cotidiana.

El concepto de “revolución” es un producto lingüístico de nuestra modernidad. Desde el siglo pasado es usual que se distinga en él entre una revolución política, una social o una técnica e industrial. Y sobre todo, desde la Revolución Francesa la expresión ha adquirido posibilidades semánticas extensibles, ambivalentes y ubicuas.

Concepto Político-Físico

En el año 1842 el ilustrado francés Hauréau, recordó que el término denota propiamente un regreso, una vuelta que, según el uso latino de la palabra, retorna al punto de partida del movimiento. Una revolución significaba, originalmente y de acuerdo con el sentido literal, un movimiento circular. Y Hauréau añadía que en el ámbito político había que entender de ese modo el movimiento circular de las constituciones, tal como se había aprendido de Aristóteles o Polibio y sus seguidores. Según esta teoría solo existiría un número limitado de formas constitucionales que se sustituyen y alternan por turnos pero que nunca podrían ser rebasadas, el esquema era: monarquía-tiranía-aristocracia-oligarquía-democracia-oclocracia-gobierno de uno solo. Y de este modo, podría empezar de nuevo el movimiento circular anterior.
Así en el curso del siglo XVII Louis LeRoy definiría el concepto revolución como el curso de las formas constitucionales, como la revolución “natural” de las constituciones de los Estados, de acuerdo con la cual se transforma una y otra vez cada situación del Estado, para retornar finalmente al punto de partida.

La tonalidad de “natural” se derivó directamente del curso de las estrellas entre las que se puede contar a la misma Tierra a partir de Copérnico. En 1543 se publicó la sugerente obra de Copérnico sobre los movimientos circulares de los cuerpos celestes, De revolutionibus orbium caelestium, que proporcionaba aquel concepto de revolución que desembocaría en la política desde la astrología, muy difundida en aquella época.

Desde el siglo XVII el concepto político de revolución tiene un doble sentido: Las revoluciones se realizan por encima de las cabezas de los participantes, pero cada uno de los afectados queda prisionero de sus leyes. Sin duda esta doble significación resuena también en nuestro uso actual del lenguaje. Pero que a diferencia del uso de aquella época del nuestro es la conciencia de un retorno, como lo indicaba la sílaba “re” en la palabra revolutio.

Dimensión Transhistórica

Tras la gran revolución inglesa de 1640 a 1660, Hobbes advirtió un movimiento circular que había conducido desde el monarca absoluto, hasta el parlamento incompleto, de este a la dictadura de Cromwel y, de vuelta a través de formas oligárquicas intermedias, a la monarquía, restaurada bajo Carlos II. Por lo tanto el término y la meta de los veinte años de revoluciones fueron una restauración del antiguo derecho, un movimiento de retorno a la verdadera constitución.

La metáfora natural de la “revolución” política vivía de la suposición de que el tiempo histórico, por tener la misma cualidad –estar encerrado en sí mismo-, también era repetible siempre, de esta manera todas las posiciones políticas quedaron superadas por un concepto transhistórico de revolución.
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Koselleck, R. (1993). Futuro Pasado. Buenos Aires: Paidos.

martes, 13 de enero de 2009

Socialdemocracia: Breve historia

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En la época en que Marx y Engels escribieron el Manifiesto del Partido Comunista (1948), la palabra partido tenía un significado distinto. Ellos no se referían a una organización en particular, sino a una amplia corriente de ideas e intereses que surgía casi naturalmente de entre los explotados. Los primeros partidarios socialistas en el sentido actual –es decir, una organización centralizada, dirigida por líderes esclarecidos y dotada de un programa- Aparecieron en Alemania en la década de 1860. Los partidos socialdemócratas –así se los llamó- se identificaban con las ideas del marxismo. El éxito inicial de la socialdemocracia alemana impulsó los movimientos obreros de la mayor parte de Europa y otras regiones a emular ese modelo de partido. (Adamosvsky, 2005, p.67)

Ferdinand Lassalle, rival de Marx en Alemania, tomó prestado el nombre socialdemocracia del republicanismo francés de la década de 1840. En 1875, en Gotha, la facción de Lassalle y los "Eisenachers", con el marxista Willhelm Libknecht a la cabeza, se unieron para formar el Partido Social Demócrata Alemán. (…) En 1891, Engels y Kautsky definieron el Partido Socialdemócrata en su programa de Erurfur. En todas partes los socialistas admiraban al Partido Socialdemócrata como el gran modelo exitoso. (Appignanesi, 2006, p.47)

Tras las revisiones críticas de las Ideas de Marx, por parte de Eduard Bernstein, se produjo un agrio debate con los revolucionarios. Así la división entre comunistas y reformistas se polarizó aún más con motivo de la Primera Guerra Mundial. En 1914 la mayoría de los diputados socialistas en varios países decidió apoyar a sus Estados en la guerra. Esto significaba enviar a los obreros a pelear contra otros obreros, una traición a uno de los principios tradicionales del socialismo: el internacionalismo. El comunismo se reagrupó al margen de la socialdemocracia y, en 1921, el Partido Socialdemócrata Alemán adoptó formalmente las ideas revisionistas de Bernstein. (Adamosvsky, 2005, p.69)

De todas formas, aunque gradualista y evolucionista, el reformismo socialdemócrata de Bernstein mantenía como meta final y “´programa máximo” (término que designaba en aquella época las aspiraciones políticas de esta corriente) al socialismo. En este sentido se diferencia de la mutación posterior que adoptó la socialdemocracia mundial, sobre todo después de la segunda posguerra. Para esta última el socialismo ya no es viable, ni siquiera a largo plazo. Sólo se puede aspirar a “humanizar”… el capitalismo. (Kohan,2003, p.86)

Durante el siglo XX, partidos socialdemócratas llegaron al poder en los principales países Europeos. Desde el gobierno encarnaron amplios programas de reformas sociales para mejorar la vida de los trabajadores y los sectores más vulnerables de la sociedad. (…) Sin embargo, esas moderadas reformas comenzaron a ser desmanteladas a partir de la década de 1980, a veces por los propios gobiernos socialdemócratas. (Adamosvsky, 2005, p.80)

REFERENCIAS:

Adamosvsky, E. (2004). Anticapitalismo para Principiantes. Buenos Aires: Era Naciente.

Appignanesi, R. (2006). Lenin para Principiantes. Buenos Aires: Era Naciente.

Kohan, N. (2003) Ideario Socialista. Buenos Aires: Longseller.